VIVIENDA SOCIAL EN EL POSCONFLICTO
Alrededor del mundo existen aproximadamente 25’000.000 de desplazados internos que han realizado migraciones forzadas dentro de un mismo país por diferentes causas. De igual forma, para el año 2014, el número de refugiados (desplazados que traspasan su frontera nacional) era cerca de 38’000.000.

María Atuesta.
En Colombia, país que ocupa el 2° puesto en cifras de desplazamiento forzado después de Siria, existen en la actualidad más de 6’000.000 de habitantes que han sido desplazados no únicamente por causas de violencia sino también por la instalación de nuevas infraestructuras para la extracción de recursos naturales en zonas rurales, actividad que altera estos territorios hasta disminuir notablemente la calidad de vida de sus pobladores.
Esta cifra de desplazados internos alcanzó los 7’709.106 entre 1985 y 2016 (más de 100.000 por año), provenientes en su mayoría de los departamentos de Chocó, Magdalena, Valle del Cauca y Bolívar, entre otros; donde fueron expulsados tanto del área rural como de las ciudades y recibidos por áreas metropolitanas y otras ciudades, siendo Bogotá el principal punto de llegada.
Para atender a esta población damnificada, el gobierno colombiano ha creado políticas como el Sistema Nacional de Atención a Población desplazada (ley 387 de 1997) o el Derecho al especial trato para desplazados (Sentencia T-025 de 2004). Sin embargo, estas políticas han surgido desde una perspectiva tecnocrática que hace que la planeación y ejecución de ellas sobre esta situación generen impactos negativos sobre la población desplazada y su contexto social, pues no se proponen modelos de autogestión para su atención ni se tienen en cuenta experiencias previas de cómo reparar a los afectados según sus problemáticas, por lo que son abordadas desde perspectivas de intervención externas, casi ajenas.
Con esto, el gobierno ha comenzado a plantear programas de vivienda a escala local (mejoras de vivienda y regularización de áreas informales) y nacional (subsidios de vivienda gratis o pago de arriendo por varios meses). Sin embargo, en muchos de estos casos las soluciones de vivienda entregadas no cuentan con acceso a infraestructuras y servicios básicos que permitan a la población desplazada superar su condición de vulnerabilidad.
Entre el 2000 y 2001, el 63.5% de esta población tenía una mala calidad de vivienda y el 40% de ellos no tenía acceso a servicios domiciliarios.
Actualmente, se han hecho programas de vivienda social gratis con servicios domiciliarios que han cubierto cerca de 100.000 unidades; sin embargo, esta cantidad logra superar únicamente una pequeña porción del déficit existente. Por otra parte, los nuevos proyectos de vivienda planteados en altura que se han ido desarrollando y se plantean a futuro con cerca de 1.000 unidades habitacionales, no están siendo diseñados en búsqueda de una integración socio-espacial de las comunidades y corren el riesgo de convertirse en guetos que propician el tráfico y consumo de drogas de sus habitantes, situación que se refuerza con su ubicación en zonas periféricas de la ciudad, donde en lugar de dar solución a la problemática, se está formalizando la pobreza ya existente.
Caso: Plaza de la hoja

Vivienda social "Plaza de la hoja".
El proyecto de vivienda de interés prioritario “Plaza de la hoja”, conformado por 473 unidades, fue resultado de un concurso de diseño arquitectónico promovido por Metrovivienda que buscaba revitalizar el área consolidada de este sector, y, a su vez, establecer un modelo futuro de inclusión, cultura, tecnología y sustentabilidad.
Sin embargo, una vez ejecutado el proyecto, a pesar de tener una ubicación estratégica en la ciudad, se convirtió en un claro ejemplo de “proximidad sin contacto”, donde la población residente (desplazados del conflicto armado colombiano), pese a tener fácil acceso a servicios y equipamientos y cercanía con grupos sociales de diferentes condiciones, no se sentía parte de la comunidad puesto que eran considerados peligrosos y las personas que habitaban en el contexto inmediato no querían entablar relaciones sociales con ellos.
Los espacios terceros tampoco cumplían su función de “integradores”, pues, por su condición de desplazados, les era casi imposible conseguir trabajo, ser admitidos en el colegio o incluso relacionarse en la iglesia, donde eran segregados. Sin embargo, al transcurrir el primer año de funcionamiento del proyecto, las relaciones entre los diferentes grupos de la comunidad comenzaron a cambiar debido a que los nuevos habitantes crearon formas de interacción con la población vecina por medio del comercio.
La Plaza de la hoja es tan solo un ejemplo que saca a la luz el reto que tiene que afrontar Bogotá y todo Colombia en el desarrollo de proyectos de vivienda social, especialmente en la etapa de post-conflicto que atraviesa actualmente, pues no es suficiente crear programas de subsidio de vivienda gratis para poblaciones vulnerables; estas personas deben ser reparadas y la vivienda debe generar apropiación por parte de la comunidad, estar integradas y contribuir con el desarrollo de la ciudad.
GALERÍA FOTOGRÁFICA


Describe tu imagen

Describe tu imagen

Describe tu imagen

Describe tu imagen

Describe tu imagen

Describe tu imagen

Describe tu imagen